martes, 3 de mayo de 2011

El Caminito del Rey




Durante nuestra estancia en El Chorro, no pudimos dejar pasar la oportunidad de hacer el famoso Caminito del Rey.



Hubiera sido fantástico poder escalar alguna vía durante el recorrido del caminito, pero era imposible por el tremendo viento que había en la zona.


Salimos prontito para no encontrar mucha gente y resultamos ser los primeros en entrar ese día, todos con arnés, casco, disipador de ferratas (aunque no es del todo necesario, pues con 2 cabos de anclaje podría valer) y una cuerda para poder rapelar a la salida del Caminito y no tener que destrepar los primeros metros.


El comienzo del Caminito es quizás la parte más complicada, pues hay que pasar por unos hierros anclados a la pared que nos hacen las veces de escalones y una serie de grapas para las manos, todo ello asegurados a una cuerda fija, en vez de cable que es lo habitual durante el recorrido



Pasados los primeros metros, tenemos una trepada con clavijas y grapas que no está protegida con cuerda ni con cable, por lo que debemos extremar las precauciones.



Tras la trepada, ascendemos al nivel original del caminito, encontramos la sirga de metal que nos acompañará casi todo el trayecto.




En pocos metros nos encontramos el primero de los puntos en los que el suelo se ha desprendido y sólo queda el tramo de vía suspendido en el aire. Estas son las partes mas espectaculares aunque no tienen mayor dificultad, siempre y cuando no tengamos vértigo, en cuyo caso, no estaríamos en el lugar mas apropiado.





 Un poco más adelante cruzamos el puente y nos topamos con una placa en memoria de tres chicos que murieron en 2000 haciedo una tirolina sobre un cable que no aguantó aun sigue colgando en la pared.




Continuamos anclados al cable, disfrutando del lugar y pensando cómo se lo montaron para construir ese camino flotante hace 100 años.







Hay alguna zona en la que encontraremos agujeros en el suelo, y no da mucha confianza pisar cerca, no sea que nos colemos o el suelo se hunda bajo nuestros pies y nos peguemos un buen susto.








En un ratito llegamos al final del primer cañon y nos damos la vuelta, para hacer el mismo recorrido, pero en esta ocasión montando un rápel desde el final del camino y llegar al suelo en vez de destrepar el tramo en el que no hay cable y además esquivando a la gente que viene.


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